SUEÑO

El hombre despierta en el rincón de una casa antigua devenida en edificio de departamentos; se siente asolado, paranoico…pero no tiene motivos para ello. El simplemente esta sentado; más allá de que todos conocemos la influencia de nuestra mente. Está oscuro, lo único que se puede ver es la luz del porche y las oscuras siluetas de una plaza ubicada en la esquina del lugar. Su desesperación hace que se persiga de más y entre repentinamente en el edificio. Una vez allí solo ve un largo pasillo cubierto de cajones de cervezas que terminan en un ascensor angosto. Se dirige hacia él y se asusta al ver que alguien está bajando. Ya no había tiempo ni lugar para esconderse ni salir por la puerta principal. Por lo que pretende hacerse pasar por un inquilino. Nervioso y ansioso se tranquiliza al ver que una hermosa mujer rubia de ojos medio achinados y cuerpo pulposo es la que baja por el ascensor. Está vestida únicamente con una remera larga que apenas llega a sus rodillas; el ascensor se detiene, todo alrededor se vuelve erótico. Una desilusión lo rodea cuando observa que la preciosa mujer (tal vez un personaje de televisión, quizás una diva en su intimidad, quizás alguna estrella fugaz) lo mira fijo pero solo por una secuencia de segundos. Sin haber dado importancia al asunto, la blonda se dirige a uno de los cajones del costado del pasillo; levanta una cerveza y se vuelve hacia él, que instintivamente se había metido dentro del elevador. El silencio es ensordecedor y el hombre mueve los labios: "A vos te conozco de algún lado…". La esbelta mujer semi vestida realiza una mueca y sonríe, como si esa frase la recibiera seguido. A continuación dice con una voz sedosa pero partida: "Estoy en una fiesta…". Toma un sorbo de cerveza y comienza a apoyar su espalda en el pecho del desconocido mirándolo fijamente a traves del espejo de frente, el roce es excitante, como si una sirena le estuviera cantando. El minuto antes de que se abran las puertas del ascensor es eternamente sexual y sensual con un simple roce de cuerpos. Cuando la puerta se abre la sensación se dispersa y en el ángulo de visión aparecen varias personas bailando frenéticamente. Un aire de desconfianza rodea al muchacho solitario, se encuentra completamente excitado por la joven del ascensor; pero su cerebro puede más y recibe con seriedad la última sonrisa de la muchacha. Cuando baja está confundido (¿porqué no se quedó?) y sale por la puerta al tiempo que rescata una botella llena de unos de los cajones. En el momento que se sienta la sensación regresa; miedo, desorientación, paranoia, su cuerpo se pone tenso y más aún cuando percibe que un grupo de hombres pasa frente a él casi sin mirarlo y entran al edificio. Ninguna voz, solo sonidos confusos. De repente se puede ver cómo una manada de treinta hombres al menos vienen corriendo desenfrenados en su dirección, algunos gruñen pero nadie grita. Sus siluetas solo son justificadas por sus pasos acelerados hacia él. Desde la antigua casa salen una quincena de hombres bien empilchados y comienzan a tomar posiciones para la lucha. El se aferra más y más a su botella; decide salir corriendo en dirección contraria pero más siniestros vienen desde allí, está encerrado…Su corazón ya no late, se ha convertido en un zumbido constante que recorre desde el pecho hasta sus piernas. Su mente está bloqueada, en blanco, solo queda saber quien arrojará el primer puñetazo. Nada. Minutos y minutos pasan y nadie dice ni hace gesto…Los parpados de a poco se despejan, todo borroso con fondo blanco profundo. Gira la cabeza al costado y ve su reloj: las 11 y media
tarde, temprano.

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